El impacto en mi vida fue el cambio en la forma en que me observaba y me valoraba. Al observarme en situaciones de desvalorización hizo que comience a construir una nueva mirada de mi misma, un nuevo vínculo, con mucha compasión por todo lo que he vivido en mi pasado.
Esta nueva conciencia me trajo paciencia, constancia en seguir construyendome de una forma amorosa mi vida.
Siempre partiendo de mi interior y volviendo a mi ser.

Para mi fue la primera vez de transitar un proceso de coaching. Fue un espacio fundamental, de gran apoyo y también de autoconocimiento en un momento personal en el cual sentía que tenía muy pocas certezas.
Y si bien recurrí a este espacio buscando respuestas, creo que lo que más me sirvió fue conectar con las preguntas que se fueron abriendo a lo largo de los encuentros. Destacaría también lo fácil que fue, desde el primer encuentro y a lo largo de todos, llevar temas, charlarlos y volver a mi casa con una nueva perspectiva.

Realmente la experiencia con Benja fue un antes y un después. Comenzamos trabajando juntos en pandemia, un momento muy complejo y crítico desde lo profesional y personal. Me enseñó y ayudó a conocerme, enfocarme y ocuparme.
El proceso de coaching impactó positivamente en mi vida, me llevé frases y conceptos para el resto de mi vida. “El control es una ilusión…”

Me ayudó a pensar amorosamente sobre mí, a enraizar ideas que antes solo quedaban en una nebulosa y me traían frustración. A dar pasos en un proyecto propio. A permitirme emociones y no encontrarlas negativas o peligrosas. A proyectar con esperanza. A integrarme más en aspectos que veía discordantes en mí. A sentirme acompañada en los descubrimientos de mí que iba haciendo.

Mi experiencia fue muy productiva y rápida. Impactó de manera muy positiva. Aprendí a poder ponerme en primer plano y soltar situaciones que me traían demasiada incomodidad.