No conozco receta mágica para la plenitud. Y si existiera, no sería de la misma calidad que encontrar la plenitud a partir de mí propia esencia. Sin compensar la carencia interna con algo ajeno, sino construyendolo de adentro para afuera.
Si sentir felicidad depende de algo o alguien ajeno a mi, de una mirada, un halago, un reconocimiento, entonces la plenitud se hace difícil de cultivar. Hace que mi necesidad de equilibrio se convierta en ¨poder solo si el otro me avala¨. Conduce a mis patrones a compensar lo que internamente no encuentra armonía.
Cuando la plenitud florece a partir de responsabilizarme en todos los sentidos que la vida me propone, entonces nada es en vano, todo es integrado, y transito desde un lugar de armonía y de corazón abundante.
Una de las llaves para cultivar la plenitud está en el trabajo de las emociones y estados de ánimo. De corazón te invito a que entres al link en mi bío para pedir la información que brindo sobre el curso de profundización que voy a estar brindando el mes de noviembre para explorar esta gran posibilidad.






